martes, 21 de agosto de 2012

18 años, da igual (2° parte)


Salir a la calle con una actitud positiva y buen animo por primera vez en días y caminar sonriendo como loca sola por la calle, era extraño, a veces como que te acostumbras a las cosas malas de la vida y piensas que siempre será así, entonces cuando estas cambian, cuesta acostumbrase, solo esperaba que no le costara vivir de esta forma, no es que se hubiera vuelto masoquista y que le hubiera quedado gustando el dolor, sino que la fuerza de la costumbre es potente; mientras pensaba en eso, choco de frente con un chico, ¡miércale!, eso dolió, él le pidió mil de disculpas, por suerte para ella no la voto, solo fue un leve tambaleo sino hubiera sido ese el caso tanto arreglo en su vestimenta y aspecto abría servido para nada, lo miro a los ojos(siempre miraba a las personas a los ojos) y se encontró con unos ojos hermosos como jamás había visto en su vida, se quedaron mirando por unos segundos y en eso una voz carraspeo(no fue ella ni el chico atolondrado): Ejem, ejem, ¿amor no paso nada verdad?, ¿esta todo bien?, ¿no te has lastimado verdad? Abigail y el chico volvieron en si, después de haberse quedado mutuamente mirando; no, no paso nada, gracias a Dios estaba todo Ok. ; dijeron los dos al mismo tiempo, prosiguiendo ella después de  ese atípico encuentro su camino abruptamente, se trataba de tranquilizar porque la sensación de que algo mágico e inusual había sucedido entre ella y ese chico, rondaba su cabeza además le parecía que aquellos ojos los hubiera visto antes, ¿Dónde seria? A veces le pasa que veía a alguien y le parecía haberla visto antes, algo así como un “Deja vu” aunque podía ser que en realidad si había visto a esa persona X y su memoria fotográfica la había registrado, el problema es que le costaba un mundo recordar donde y para ponerse a recordar tenia que concentrarse y ahora solo quería enfocar su energía en disfrutar de la cita con Cristopher; tan perdida en sus pensamientos iba que no se dio cuenta como llego al trabajo de su novio, tan ensimismada venia que no se dio cuenta como paso las calles, gracias a Dios que no le había pasado nada .
Cristopher trabajaba en uno de los bancos de la ciudad, lo hacia desde que realizo su practica del Liceo en ese lugar, se había graduado de contador, su sueño fue haber estudiado algo más, pero como consiguió tan buen trabajo, se decidió quedar con aquello, ella suponía que era porque quería formar una familia, pero jamás se lo había consultado después de todo, ella no tenia un muy buen concepto de aquella palabra pues criarse con una abuela, no haber conocido a sus padres y nadie mas de la familia, era como para no tener formado ese concepto y esto la había marcado de alguna forma, aun después de 3 años de relación, ese era un tema de tabú entre ellos. Iba a llamarlo para avisarle de que había llegado, cuando él salió del banco, a veces le tocaba salir tarde, como hoy. Ella no le preguntaba mucho acerca de su trabajo, le gustaba hablar con él acerca de otras cosas como cultura, noticias, temas de actualidad y  cosas de ese estilo; Cristopher siempre le decía que le gustaba mirarla cuando hablaban o discutían sobre algún tema o punto de interés, porque tenia la manía de decirle que se veía guapa cuando se apasionaba al hablar o discutir su punto de vista, este tipo de cosas de su relación son las que a ella le encantaban aunque cuando él le decía eso, ella siempre contestaba que cual era la gracia de mentir, pero en sus pensamientos siempre suspiraba y pensaba que era dulce la frase, además le encantaba que le gustara que defendiera su punto de vista o que la admirara al hablar, dejaba mucho a relucir del amor que él le profesaba, esto le hacia pensar aun mas que era ella una chica no como cualquier otra, sino interesante e inteligente mas que bonita.
Se propusieron caminar por la playa o al menos a cierta distancia de ella, quería sentir la brisa del mar, además le parecía romántico caminar a la luz de  la luna por la playa, claro que era una lata no poder sacarse los zapatos pero es que en invierno eso no se hace, aunque se viva en la I región del país mas hermoso del mundo como llamaba ella a su Chilito querido.
Cristopher a veces la miraba como si quisiera decirle tantas cosas con la mirada, y ahora la estaba mirando así, a ella no le gustaba esa mirada, aunque le sucedían dos cosas: una era que le daba un poco de miedo y la numero dos era que en esos momentos le daban ganas de poder leerle el pensamiento para poder saber que es lo que quería decirle y no podía;  pero hoy Abigail quería mandar a esos miedos y deseos a “freír monos al África” y enfrento esa mirada con optimismo, ¿Qué pasa amor? … … ¿Me quieres decir algo?... … ¿Qué sucede?... …¿No quieres caminar mas?, dime algo… entonces Cristopher inspiro, exhalo y lo soltó todo, ¡Quiroquetecasemos! Abigail puso cara de no te entender nada ¿Qué? No entiendo si me hablas un poco mas claro, quizás lo comprenda, pero amor tranquilo solo soy yo le dijo, recuerda lo que siempre te digo: mas que tu novia soy tu amiga, no hay nada que temer, ¿¡Cristopher!? Me estas asustando, es que Cristopher estaba pálido, más de lo normal y además tiritaba y  no podía ser de frío pues no era friolento, esto era de puros nervios, Cristopher volvió a inspirar y ahora más calmado le dijo: Abigail: quiero que te cases conmigo, perdón mejor dicho; ¿quieres casarte conmigo? Ella perplejo solo atino a decir Wuau! Y pensó eso si que era un mega sorpresa, con razón estaba tan nervioso, mientras ella pensaba en esto, le escucho decir, sé que tienes no tienes el concepto de familia arraigado en ti y que esto te suene a locura, pero confía en mi, puedo, si tu me dejas, cambiar esa perspectiva, puedo hacer que esta, nuestra historia tenga un final feliz; Aby, amor, por favor, piénsalo, no es necesario que me respondas ahora, en una semana más, me das la respuesta y siéntete libre de decir lo que quieras, no te dejare de amar y esperar porque aun no quieras dar ese paso, solo quiero que seas feliz, y tomándola de la mano le dijo ahora amor, haremos como que esto no paso y disfrutaremos de la noche, porque este día es tu cumpleaños y abrazándola fuertemente como si con ese abrazo le dijera no te quiero perder, soy capaz de esperarte toda la vida, como si en ese abrazo la quisiera retener, pero lo que el no sabia y no imaginaba es que ella no quería ir a ningún lado, nunca se había sentido mejor en toda su vida, siempre le había dicho que ahí en sus brazos, amarrada a sus abrazos, sentía que estaba su hogar, entonces lo volvió a decir: “Amarrada a tus abrazos, siento que estoy en mi hogar” el sonrió, ella amaba que sonriera, amaba su sonrisa, esa capacidad de sonreír como siempre le decía, con los ojos, con en alma.
Siguieron caminando, hablando del tiempo, de las locuras del día, de cosas divertidas, de cosas sin sentido, él amaba hacerla y verla sonreír, sentía que con sus chistes y travesuras podía hacerle entender, que la vida tiene su lado divertido y así sacarle la tristeza del cuerpo que Abigail decía la llevaba amarrada al cuerpo, enredada en el alma. Cuando llegaron su pequeño hogar, ya eran mas de las 10 de la noche, estaba empezando hacer frío, aunque ellos no lo sentían el frio porque habían llegado corriendo, ya que el la perseguía y ella como niña chica corría de supuesto miedo, que locuras se puede hacer cuando te sientes feliz, y dejas que el amor te guie, aunque sea para hacer locuras de niño. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario